Termino otro ciclo de mi vida. Dejo la ciudad que me vio nacer; dejo mis memorias, mis amores, mis anhelos, mi familia, mi gaviota. Así se cumple el designio del destino, dejando atrás este corto período de tiempo que queda grabado en mi mente. Supongo que así es la vida, un simple recuerdo (¿Qué es la vida sino recordar?)

Siempre en mi mente están incrustadas las remembranzas de un ayer que no deseo olvidar. Me pierdo entre los pasadizos de mi existir; me extravío en la avenida del sentir y mi vida parece convertirse en una simple memoria.
Llevaré conmigo la imagen de una ciudad que se ha hundido conmigo en la melancolía. Tú y yo, ciudad de mis recuerdos, hemos tenido una aventura entre iglesias y gente, entre avenidas oscuras y algunos “perros callejeros”. Me despido de ti, ciudad de mi niñez, no sin antes amenazarte con mi pronto regreso. Bailaré contigo aquel bolero romántico que nunca nos cansamos de escuchar. Beberemos una copa más durante uno de tus atardeceres. Y quizás, me permitas caminar tomada de tu mano, mientras me platicas cómo aquel amor mío, que seguirá navegando aletargado por tus calles, ha continuado su vida, tragándose tu mismo suelo.
El ciclo se cierra “porque nos movemos por ciclos, y éste ya se acabó” y tengo que partir, pero mientras tenga vida tendré el recuerdo y la esperanza de regresar y plantar otra cosecha, otra época de esta relación que a veces parece ser indebida, entre mi ciudad y yo.
Thara.

Siempre en mi mente están incrustadas las remembranzas de un ayer que no deseo olvidar. Me pierdo entre los pasadizos de mi existir; me extravío en la avenida del sentir y mi vida parece convertirse en una simple memoria.
Llevaré conmigo la imagen de una ciudad que se ha hundido conmigo en la melancolía. Tú y yo, ciudad de mis recuerdos, hemos tenido una aventura entre iglesias y gente, entre avenidas oscuras y algunos “perros callejeros”. Me despido de ti, ciudad de mi niñez, no sin antes amenazarte con mi pronto regreso. Bailaré contigo aquel bolero romántico que nunca nos cansamos de escuchar. Beberemos una copa más durante uno de tus atardeceres. Y quizás, me permitas caminar tomada de tu mano, mientras me platicas cómo aquel amor mío, que seguirá navegando aletargado por tus calles, ha continuado su vida, tragándose tu mismo suelo.
El ciclo se cierra “porque nos movemos por ciclos, y éste ya se acabó” y tengo que partir, pero mientras tenga vida tendré el recuerdo y la esperanza de regresar y plantar otra cosecha, otra época de esta relación que a veces parece ser indebida, entre mi ciudad y yo.
Thara.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario