
Esta nube me ha cegado a la luz. Mis ojos no miran más las estrellas, y los hilos de lágrimas que brotan de mis ojos, me impiden ver más allá del fantástico mundo que he creado.
Cuánto dolor me ha traído levantarme nuevamente a la realidad, y todo por no poder ver en ti lo que inventé, lo que pensé que conseguiría alcanzar.
Hoy abro mis ojos y la luz de lo cierto ha oscurecido mi sentir. He perdido los ideales que me motivaron a vivir lo que viví. Esta nube negra me ha recordado lo que soy y a donde pertenezco; que en este mundo, no puedes entrar, ni debes... ni quieres.
Tus ojos ya no me pertenecen, tus pensamientos vuelan lejos de mi, tu corazón adolorido teme volver a ser herido, y huye de lo que mi mente fantasiosa quiso imponer.
Sólo el amanecer de hoy me ha obligado a comprender que es tiempo de despertar hacia el mundo real, que debo dejar los sueños de princesas y caballeros héroes de corazones rotos, para volver a vivir lo que me pertenece.
Odio las despedidas, dejan en el corazón una herida difícil de sanar. Con ellas se invocan los recuerdos y se plasma en el ser lo que se debería olvidar. Mas sin ellas, se deja un paso a la esperanza, y en cada noche se evoca el sueño de lo que podría ser. Sin embargo, esta carta te despide a ti, no a mi. Te dejo en libertad corazón, aunque te lleve muy adentro de mi. No dejaré que esta nube negra oscurezca tu alma también. Prefiero vivir soñando que un día te encontraré nuevamente en mi camino, y me aferraré a la esperanza de tenerte junto a mi.
Te digo adiós con mis ojos inundados de lágrimas y con mi corazón henchido de soledad. Te digo adiós sin poder mirar tu rostro por última vez, porque quizás no entiendas las razones, por desconocer el sentir de mi corazón. Y lo prefiero así, tan solo para mi, por obviarte un dolor, una lágrima o una herida. Hoy, sin nada más, simplemente me alejo de ti.
Thara.
Cuánto dolor me ha traído levantarme nuevamente a la realidad, y todo por no poder ver en ti lo que inventé, lo que pensé que conseguiría alcanzar.
Hoy abro mis ojos y la luz de lo cierto ha oscurecido mi sentir. He perdido los ideales que me motivaron a vivir lo que viví. Esta nube negra me ha recordado lo que soy y a donde pertenezco; que en este mundo, no puedes entrar, ni debes... ni quieres.
Tus ojos ya no me pertenecen, tus pensamientos vuelan lejos de mi, tu corazón adolorido teme volver a ser herido, y huye de lo que mi mente fantasiosa quiso imponer.
Sólo el amanecer de hoy me ha obligado a comprender que es tiempo de despertar hacia el mundo real, que debo dejar los sueños de princesas y caballeros héroes de corazones rotos, para volver a vivir lo que me pertenece.
Odio las despedidas, dejan en el corazón una herida difícil de sanar. Con ellas se invocan los recuerdos y se plasma en el ser lo que se debería olvidar. Mas sin ellas, se deja un paso a la esperanza, y en cada noche se evoca el sueño de lo que podría ser. Sin embargo, esta carta te despide a ti, no a mi. Te dejo en libertad corazón, aunque te lleve muy adentro de mi. No dejaré que esta nube negra oscurezca tu alma también. Prefiero vivir soñando que un día te encontraré nuevamente en mi camino, y me aferraré a la esperanza de tenerte junto a mi.
Te digo adiós con mis ojos inundados de lágrimas y con mi corazón henchido de soledad. Te digo adiós sin poder mirar tu rostro por última vez, porque quizás no entiendas las razones, por desconocer el sentir de mi corazón. Y lo prefiero así, tan solo para mi, por obviarte un dolor, una lágrima o una herida. Hoy, sin nada más, simplemente me alejo de ti.
Thara.
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