
Quisiera dormir contigo sin la urgencia del retorno, velar tu sueño y decirte lo que siento sin que me logres escuchar; acariciarte entero, sin ni siquiera rozarte; llevarte a los paraísos de mi imaginación, donde habitas sin saberlo; saborear la suavidad de tu ternura y besar esas manos cansadas de tanto darme vida.
Quisiera mirar ese cuerpo, casi de terciopelo, del que tantas veces gozo y que otras tantas arropa mis humores y mis días de tristeza. Quisiera acunarme en ti, en tus cálidos y solidarios brazos, que nunca niegan su caridad a esta herida, tan comprensivos que a veces hasta lastiman.
Quisiera conocer ese espacio que no conozco de ti, y es que es un territorio prohibido para mi esperanza; quisiera entrar en él y vivir contigo esa aventura tan inmensa que en sueños te hace reír (¡Qué celos de quién en sueños te arranca esa sonrisa!) y otras, gemir de miedo.
Quisiera ver tu rostro cuando no lo diriges, escondiendo sentimientos, pasiones y deseos. Quisiera oler el perfume que envuelve tu cuerpo por más de la hora que el tiempo me ha concedido.
Quisiera, por fin, amanecer contigo, tranquila y confiada, diciéndote que ésta sí soy yo, y al marcharme, llevarme tus besos y tus desvelos en un cofre de madera, que sólo podría abrir en mis sueños...
Thara
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